
En la entrada anterior omití hablar de los cielos del campo. Que cambian todo el tiempo, que son infinitos, que se unen con la tierra en un horizonte interminable.
Con los "dibujos" que hacen sus nubes, sus soles, sus amaneceres y atardeceres, el cielo completa el cuadro del campo, rompe su monotonía, le aporta perspectiva, movimiento, color, y todo se convierte en arte, en arte natural, en naturaleza sin fronteras...
La foto es mía.
2 comentarios:
El cielo en el campo es infinitio, genial, de noche, de día, al amanecer al atardecer, siempre! Sólo hay que saberlo apreciar.
A medida que me alejo de la "City porteña" y tomo la ruta (o autopista) para un determinado destino siento que comienzo a liberarme. No puedo decirte bien de qué. Pero el horizonte campechano (y sus atardeceres) son mi inspiración.
Un abrazo!
R.P.
Publicar un comentario